¿Dime con quién vas y te diré con quién vienes?

Esta otra ocurrencia mía, tengo tantas (y esperemos que no todas de este calado), es una evidencia como un Vespino en doble fila (poca, pero evidencia hay).

Y sin más remedio, porque es lo que toca, veamos este asunto más detenidamente, aunque igual -o más- de ironicaMente...

Dime con quién vas y te diré... ¡lo que me importa a mí!

El refrán "Dime con quién vas y te diré quién eres" ha resonado en la sociedad durante siglos, cargado de una sabiduría popular que pretende juzgar el carácter de un individuo en base a su compañía. Sin embargo, en esta era de individualismo y libertad de expresión, ¿sigue siendo tan relevante este dicho? ¿De verdad podemos definir a alguien por las personas con las que se rodea?

¡Bah! But... Qué ingenuidad

En un mundo donde la diversidad de pensamiento y la fluidez de las relaciones sociales son la norma, resulta absurdo encasillar a un individuo en base a un grupo específico. La idea de que "los amigos de mis amigos son mis amigos" se ha quedado obsoleta (¿porque ya no hay amigos?), dando paso a un panorama donde cada persona es un universo propio, con sus propias experiencias, valores y perspectivas. O, por lo menos, esto es lo que diría un tecnócrata del pensamiento: sociólogo, filósofo o casi todo que acabe en "ólogo"... e incluso un espeleólogo en lo más profundo de su claridad. Pero, el que aquí suscribe, no estaría muy seguro de esta visión del asunto, ¿porque cuántos igualitos hay en esta sociedad? A ver si van a ir con el mismo :) ...o con el mismo pensamiento.

¡Vivan las mentes vacías! ¿Pensamiento único? ¡Qué va!

En este mundo globalizado, donde las ideas corren como el wifi y las opiniones se multiplican como conejos, ¿aún nos atrevemos a hablar de pensamiento único? ¡Ja! Sería como afirmar que todas las pizzas saben igual (¡hecho!).

Oh, no, mis queridos amigos, vivimos en una época de gloriosa diversidad... de pensamiento, sí, pero sobre todo de criterio. Léase todo esto con su debida ironía, por supuesto.

¿Cansado de las mismas noticias repetidas hasta la saciedad? ¡No te preocupes! Ahora puedes elegir entre el amarillismo más descarado, la propaganda política sin rubor o las teorías conspiranoicas más locas que puedas imaginar. ¡Variedad para todos los gustos!

¿Te aburren las opiniones tibias y moderadas? ¡No pasa nada! En las redes sociales encontrarás expertos en todo, desde medicina espacial hasta astrología reptiliana, dispuestos a compartir su "sabiduría" con el mundo, sin importar que sus conocimientos provengan de memes, grupos de Facebook o charlas de WhatsApp.

¿Buscas un debate profundo e intelectualmente estimulante? ¡No pierdas el tiempo! Hoy en día, las discusiones se resuelven con un tuit incendiario, un emoji sarcástico o, en el peor de los casos, un insulto desmesurado. ¡Eficacia ante todo!

En este maravilloso mundo de pensamiento único y criterio escaso, donde la verdad se confunde con la opinión y la razón se ahoga en el mar del absurdo, solo hay una cosa segura: ¡nunca nos aburriremos! ...por lo menos si lees artículos como este :)

Brindo por la cacofonía de voces, por la fiesta de la desinformación y por la supremacía del "yo opino, luego existo". ¡Que viva la sociedad del pensamiento... único? No, mejor dicho, inexistente!

Bueno, pero prosigamos... con cierta lógica.

¿Acaso una persona que disfruta de la compañía de artistas extravagantes y bohemios se convierte en un ser excéntrico y despreocupado? Pues sí, suele pasar.

¿O alguien que frecuenta a intelectuales y académicos se transforma en un experto en todas las áreas del conocimiento? Pues no, o sí (pero esta opción pocas veces ocurre).

La realidad es mucho más compleja. Las amistades, las relaciones sociales y las interacciones humanas son un baile de influencias y aprendizajes mutuos, donde cada persona aporta y recibe algo diferente. Juzgar a alguien por su círculo social es como juzgar un libro por su portada: una visión superficial y reduccionista que ignora la riqueza que se esconde en las páginas interiores. O no: porque casi siempre es mucho peor lo que se esconde tras la portada :)

Pero, avancemos (o ni eso)...

En este mundo globalizado (decíamos), donde las fronteras físicas y sociales se difuminan cada vez más, es imposible encasillar a las personas en grupos definidos (+ Ja). Un individuo puede disfrutar de la compañía de amigos con diferentes estilos de vida, intereses y profesiones, sin que ello implique que se identifique con cada uno de ellos (¡Ya!).

La verdadera esencia de una persona reside en su interior (¡vaya!), en sus valores, creencias y acciones (más vaya, a casi tira!). No en las etiquetas que le impongan los demás ni en los estereotipos asociados a su círculo social. Juzgar a alguien por su compañía es como negarle su individualidad, su capacidad de crecer y evolucionar a través de las relaciones que cultiva. Eso está muy bien: pero si vas con un gilipollas... lo mismo es que lo eres, o por lo menos 'lo acompañas en el sentimiento'.

Así que si alguna vez escuchas "Dime con quién vas y te diré con quién vienes", recuerda que es mucho más acertado, o igual, que el refrán de toda la vida de "Dime con quién vas y te diré quién eres".

En fin, que no me aclaro: o sí.

Pero una cosa está clara: que nadie, ni siquiera un refrán anticuado (o la modificación de este), nos diga con quién debemos venir. Y en demasiados casos, si no viene mejor... aunque sea acompañado.

Y acabo como empecé, cuestionando: "¿Dime con quién vas y te diré con quién vienes?"

La respuesta, obviamente (una vez más), es la del enunciado de nuestra sección (y hoy, probablemente, más evidente que nunca):
Si es sólo sí. Si no, no. ¿Está claro?

Si es sólo sí | por Señor de Cascales & cIA

Nota: esta sección se publicará cada domingo
+Nota: manténganse atentos...

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